lunes, 20 de abril de 2020

Semana del Libro con Esmeralda Romero

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Hola y bienvenid@s a una semana especial porque vamos a celebrar el Día del Libro de una forma diferente, ¡en nuestras manos está que sea memorable! Esta entrada especial iba a ser solo una, el día 23 de abril, pero como me pasa muchas veces, me lío, y a mi vez he liado a siete maravillosas autoras que han dedicado un poco de su precioso tiempo en participar en esto.

Os cuento, durante siete días iré publicando el relato o escena que hayan escrito siete autoras españolas. Esos relatos están protagonizados por sus personajes y tienen en común su interacción durante el día del libro.

La primera en inaugurar esta sección que, si os gusta, espero hacerla tradición, es Esmerala Romero. Hace muy poquito días, el pasado 8 de abril, salía a la venta su primer libro, Una vuelta más al sol, donde nos cuenta la historia de Liv, una joven luchadora que tiene que sobreponerse a las adversidades que le ocurren si quiere volver a vivir plenamente; en ese viaje la acompaña su fiel amiga, Sam, protagonista de la propia presentación del libro en La autora presenta y también protagonista de esta escena.

De hecho, en el directo de presentación de la novela, muchas de vosotras reclamábais su propio libro y aquí deja alguna que otra pista, y no puedo decir más. Un día del libro es Nueva York, un buen plan para hoy, ¿no?



«Llevo toda la semana visitando librerías y no he encontrado lo que estaba buscando. Por suerte, recordé que Daniel mencionó en una ocasión que conocía una librería de segunda mano en la que podías encontrar cualquier cosa y le pregunté. Hemos quedado en la puerta ya que él venía directamente del hospital tras salir de guardia.

Salgo de casa y tras avanzar por la calle 84, giro de nuevo y enfilo la calle Broadway como me ha indicado. No esperaba que la tienda estuviera tan cerca de casa.

—¿Se te han pegado las sábanas, Samantha? —pregunta desde la puerta del establecimiento cuando me ve aparecer.

—Te traigo café, camarero, así que no te quejes tanto —digo entregándole uno de los vasos de cartón que llevo en la mano—. Tu novia te diría que seguro que los tuyos son mejores, pero yo te diré que dado que te sale gratis no protestes.

Suelta una carcajada y yo me uno. Desde que empezó a salir con mi mejor amiga nuestros piques siempre han sido constantes.

—Anda, dame un abrazo que llevo sin verte desde que volviste de Boston. —Me acerco y abrazo al que a día de hoy es mi mejor amigo—. Explícame qué es eso del Día del libro porque llevo toda mi vida viviendo en Nueva York y es la primera vez que lo oigo.

—En Nueva York algún año se ha hecho algún festival o celebración intentado emular a cómo celebran el 23 de abril en Europa, pero no tuvo mucho éxito y dejaron de celebrarlo —explico mientras entramos en la librería—. Nosotras nos enteramos de la festividad por Amy, la hija de Joseph, mi portero. Hizo un viaje a España y cuando visitó Barcelona allí estaban celebrando Sant Jordi y nos contó en qué consistía. La gente compra un libro y una rosa a sus seres queridos y se los entrega ese día. Nos encantó y decidimos que desde entonces lo celebraríamos. Ya es el tercer año que lo hacemos. Y aquí estamos, día 23 por la mañana y no he conseguido encontrar nada.

—Dime lo que estamos buscando y te ayudo —propone mi amigo.

—Una edición del libro de Peter Pan —respondo sonriendo.

—Debería de haberlo imaginado. ¿Cuántas tiene ya?

—Nunca son suficientes. Este año me gustaría encontrar una ilustrada. A ver si tenemos suerte.

—Me queda claro que tú siempre la regalas ediciones de Peter Pan. ¿Qué libros te regala ella a ti?

—Te vas a reír, camarero. Ya sabes lo insistente que es Liv con que debería luchar por mi sueño y continuar con la música y los motivos por los que no lo hago. Tu novia decidió que esta festividad era el momento perfecto para comenzar con lo que ella denomina «sus indirectas». El primer año me regaló un libro llamado Lucha por tu sueño. Las diez claves para convertirte en la persona que siempre has deseado ser —Oigo como mi amigo se ríe—, el año pasado le tocó el turno a Soy la dueña de mi propio destino, ahí estuvo rápida porque siempre le digo que creo en el destino y aprovechó esa baza, y este año no sé qué tocará.

—Mi chica nunca ha sido muy sutil —añade todavía riéndose de los títulos de los libros—. Mira, debajo de la escalera están los clásicos infantiles, igual ahí tenemos suerte, demos una vuelta y si no lo encontramos preguntamos al dueño.

Caminamos por la librería y me sorprende la cantidad de libros que envuelven sus paredes. Como ya me advirtió Daniel, cada metro cuadrado de la tienda está cubierta por ejemplares. Desde pequeña siempre he adorado leer, y compartía libros con Liv que luego comentábamos tumbadas en su dormitorio. Ahora desgraciadamente, por falta de tiempo, me tengo que limitar a leer mis libros de Derecho, y los dosieres de los casos en los que mi padre me deja colaborar.

—Creo que tengo algo —dice mi amigo prácticamente tumbado en el suelo tirando del tomo de un libro—. Mira.

Agarro el ejemplar que me pasa y me emociono al verlo. Es una edición ilustrada de tapa dura. La cubierta es de color verde oliva y en ella en color oro se puede ver el dibujo de un joven Peter tocando una flauta rodeado de sirenas. El lomo está en perfecto estado, lo abro para verlo por dentro. En la primera página encuentro una dedicatoria de sus anteriores dueños.

—Querida amiga, espero que Peter y Wendy te acompañen a Nunca Jamás donde todos los sueños pueden hacerse realidad —leo en voz alta.

—¿Te has fijado en la firma? —pregunta Daniel sorprendido.

—Sí, qué fuerte, si no fuera porque al lado aparece 1914, diría que lo he escrito yo. ¡Es una primera edición!

—No grites tanto no vaya a ser que el dueño no se haya dado cuenta y luego nos suba el precio —bromea.

Nos acercamos a la caja, pago el libro y nos dirigimos de nuevo a la salida.

—Ahora solo falta la rosa, ¿alguna sugerencia?

—Conozco el sitio perfecto cerca del hospital. ¿Te apetece dar un paseo?

—Ay, camarero, reconócelo, te encanta pasar tiempo conmigo.

Mi amigo se ríe y me da un empujón como respuesta. Ponemos rumbo a la floristería y atravesamos Central Park

—¿Qué llevas ahí? —pregunto fijándome en que él también ha comprado un libro en la librería.

Lo saca de la bolsa y me lo muestra. Es una edición antigua de cuentos infantiles.

—Cuando era pequeño teníamos uno igual y mis padres siempre me leían uno antes de dormir. Tras fallecer mi padre y mudarnos de casa no volví a verlo, debió de perderse durante la mudanza. He pensado que a mi madre le haría ilusión tenerlo de nuevo —confiesa pasando sus manos por las tapas.

—Estoy seguro de que le encantará y así podrá leérselos a sus nietos.

—Alto ahí, no corras tanto —responde escandalizado.

—Qué fácil es alterarte. —Río.

—Me comentó Liv que antes de que empezaras la Escuela de Leyes y que a ella le pasara lo que le pasó, leíais mucho e intercambiabais novelas —Asiento—. ¿Cuál es tu género favorito?

—Sin lugar a dudas la romántica. Me encanta leer historias de amor e imaginar que algo así puede sucederme a mí. Aunque luego vuelvo al mundo real y me doy cuenta de que eso nunca sucederá.

—Eso no lo sabes —responde mi amigo sonriendo y sé que está pensando en Liv y en lo mucho que la quiere.

—Vosotros sois la excepción, Daniel. Estáis hechos el uno para el otro. Eso es muy difícil de encontrar. De hecho, ahora que lo pienso, alguien debería de escribir vuestra historia.

—Algún día recordarás esta conversación y verás lo equivocada que estabas. Seguro que cuando menos te lo esperes alguien aparecerá.

—Te estás poniendo sensible, camarero. Será mejor que cambiemos de tema —bromeo y él sonríe.

Salimos de Central Park y continuamos por las calles de la ciudad. Debe de faltar poco porque Daniel va fijándose en los letreros para asegurarse de no perderse.

—Aquí es —indica mientras se adentra en una floristería que hace esquina.

—He pasado por aquí mil veces con Liv y nunca me había fijado en esta tienda —explico mientras admiro la multitud de flores que nos rodean.

—Déjame que adivine a dónde ibais —bromea y mira al Starbucks que está en la calle de enfrente.

—Culpables.

Tras comprar nuestras rosas nos dirigimos a la salida y nos despedimos.

—Feliz día del libro, Sam.

—Feliz día del libro, Daniel.»

¿Qué os ha parecido? ¿Cuánto os habéis ya enamorado de Daniel? ¿Por dónde creéis que irá la historia de Sam? Si aún no has leído Una vuelta más al sol, no te la pierdas!!

Muchas gracias, Esmeralda Romero ;)

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