Autores: Alice Kellen
Género: narrativa romántica
Editorial: Planeta
Sinopsis:
El sol baña los acantilados y las aguas turquesas del mar de Cornualles cuando Jane Bellamy y Cedric Stone se conocen en el verano de 1939. No están destinados a ser una ecuación perfecta, pero son jóvenes y el amor lo arrolla todo a su paso. Así que esta historia comienza como otras muchas: él y ella se enamoran. Hay primeras palabras, primeras miradas y primeros besos. Y luego la guerra, la nada. Solo oscuridad. Todo cambia.
Años más tarde, en un hospital de Edimburgo, Margot Abbot sostiene en la mano un anillo que pertenece al paciente que dormita en la cama, Cedric Stone. Ella todavía no lo sabe, pero está a punto de abrir un baúl de recuerdos y descubrir qué ocurrió tras aquellos luminosos días de estío que quedaron atrás.
Me va a costar mucho hacer esta reseña porque el último libro de Alice Kellen es de esos que te dejan sin palabras, pero sí con muchas emociones dentro. Una historia de presente y pasado donde este último estuviera ambientado en la Segunda Guerra Mundial es mi tipo de libro perfecto... y la autora lo ha bordado. Trata temas universales con mucha delicadeza y creo que este es uno de esos libros que puede tener diferentes lecturas con el paso del tiempo.
He de confesar que he leído este libro casi en modo maratón, no podía parar de pensar en los personajes, los capítulos cortos dan mucho dinamismo, el cambio de tiempo hace que pases de un momento a otro con facilidad y, en definitiva, os diré que esta experiencia casi inmersiva es lo mejor que te puedes plantear a la hora de leerlo. Y te diré más. La recta final del libro tendrás que leerla dos veces porque las lágrimas no van a dejarte ver con claridad.
Margot, escocesa en la treintena, vive en Edimburgo con sus dos hijos. La pequeña, despierta, perspicaz, que adora el ballet y el preadolescente, que de un tiempo a esta parte está mucho más encerrado en sí mismo. Es 1996 y ser madre soltera se haría mucho más cuesta arriba si no tuviera la inestimable ayuda de su amiga y vecina Eleanor. Trabaja como limpiadora en un hospital y ahí conoce a Cedric, quien está ingresado en cuidados paliativos y es algo cascarrabias, aunque hay una chispa que los une y lo que empieza como una pequeña visita a la hora de la comida, se convierte en mucho más.
La posibilidad de cuidar de Cedric a tiempo completo le abre a Margot una puerta que le da un desahogo económico. Ese tiempo con él les sirve para conocerse mucho más y para que Cedric le cuente su historia, una historia de amor, heroísmo y pérdida que ha marcado su vida. Pero la interacción de Margot no se va a limitar a Cedrid, si no que estará muy presente su hijo Graham, distante en sus interacciones, pero con una inexplicable conexión que les atraerá el uno hacia el otro sin remedio. Y para terminar de cerrar el círculo de frentes abiertos de Margot, intuye que algo no está bien con su hijo, el hermetismo no es normal y se teme lo peor.
El pasado de Cedric arranca en Cornualles y un amor de verano marcaría el curso de su vida. Poco antes del inicio de la guerra, pasará las semanas más maravillosas de su vida con Jane, la joven que le roba el corazón y su motivación por volver sano y salvo. Cedric va desgranando su historia, la de su hermano, la de su alistamiento y la lucha y todo ello lo irá recibiendo Margot sin prisa, con comprensión y con mucho deseo de saber el desenlace, porque la relación que tiene con sus hijos intuye que puede explicarse por esos años del pasado.
Me ha maravillado el ritmo de esa historia del pasado, con todos los ingredientes perfectamente mezclados que no pueden faltar en una novela ambientada en esos años: las cartas, la incertidumbre, el miedo, la esperanza. Una emoción palpable y un gran protagonista, Cedric, que juega varios papeles: el de joven enamorado sin ataduras, el de soldado, el de padre. Su evolución está marcada por su pasado, pero hay margen aún para el cambio.
La historia de amor del presente es algo más secundaria, pero creo que da el contrapunto perfecto a la intensidad del pasado. Margot y Graham son todo lo opuestos que podría esperarse. Una tuvo que madurar pronto y vio cómo las oportunidades de futuro se le escapaban de entre los dedos, y el otro ha dispuesto de todas las facilidades económicas, pero no ha conseguido una validación paterna en lo personal y laboral. Ambos tienen sus reticencias y miedos y ver cómo los resuelven, es simplemente perfecto.
Que te emociones con una historia de amor imposible con guerra de por medio parece casi inevitable y tienes todo el tiempo la duda de qué pasó con Jane, pero aquí Alice va más allá; trata el tema del paso del tiempo para hijos y padres, de un final que nadie quiere, pero que llega, y al que hay que enfrentarse como buenamente se pueda. Habla de ese dolor, pero también de la esperanza, de las expectativas de unos y otros, del orgullo, de la culpa, de la maternidad y la paternidad, de las segundas oportunidades. Si hay un libro de la autora que no os podéis perder, es este.