Autores: Rebecca Yarros
Género: fantasía
Editorial: Planeta
Sinopsis:
Rosie y Dominic Vega forman la pareja perfecta: se conocen desde jóvenes, son grandes amigos y están locamente enamorados. O al menos, solían estarlo. Ahora, Rosie tiene suerte si consigue que Dominic le dedique un gruñido digno de un hombre de las cavernas cuando entra por la puerta. Dominic es un compañero fiel y aporta estabilidad a la pareja, pero el hombre de quien Rosie se enamoró diez años atrás parece haberse esfumado. Cuando las amigas de Rosie la animan a pedirle más a la vida y a perseguir su sueño de abrir un restaurante, ella decide pedirle más también al amor. En tres palabras: terapia de pareja.
Rosie jamás hubiera imaginado que su estoico marido, incapaz de exteriorizar sus sentimientos, aceptaría enfrentarse a una terapia de pareja dirigida por una hippie. ¿Dominic hablando de sentimientos? ¿Sentándose sobre cojines? ¿En comunión con la naturaleza? Imposible. Pero, para su asombro, se lo toma en serio, y Rosie se ve obligada a admitir su propio rol en su resquebrajada unión. A medida que van completando una tarea ridícula tras otra, su renovada relación se vuelve más sólida que nunca. Hasta que Rosie descubre que Dominic guarda un secreto… Y podría destruirlo todo.
Nueva entrega de esta trilogía donde viajas hasta una pequeña localidad de Long Island y con el negocio de las reformas en el medio, aunque justo esta historia es la que menos se centra en ello. Es una historia de un amor consolidado, de amigos de siempre, pero que los años y sus experiencias han hecho que se fueran distanciando en todos los ámbitos menos el físico porque si algo aún mantiene unidos a Rosie y Dominic es el plano más carnal de su relación.
Ya en el libro anterior, El amor no tiene planos, ves que Rosie no está pasando por su mejor momento en su matrimonio, está a punto de tirar la toalla porque gracias al apoyo que recibe de sus amigas y el club que forman está más decidida que nunca a retomar su sueño de abrir un restaurante, sueño que su marido ha parecido enterrar en el pasado. Su trabajo como vendedora en el centro comercial no ayuda a apaciguar sus ánimos porque su jefa es horrible y esa comodidad la está alejando de lo que de verdad quiere. La relación con Dominic ha tenido sus altibajos a lo largo de los años, pero tras la vuelta de este del ejército, van en picado y lo único que siguen compartiendo es una noche semanal donde solo se expresan entre las sábanas.
Dominic es un tipo callado, eso no puede negarse, pero antes de su paso por el Ejército sí era un poco más despreocupado; sin embargo, el peso de las enseñanzas de su padre sobre lo que debe ser un hombre se hacen mucho más pesadas con el paso del tiempo y se encuentra pensando que sustentando económicamente a su familia tendrá que ser suficiente. Los sueños de juventud de ambos, de tener un hogar cerca del agua, o del restaurante de Rosie donde cocinar platos argentinos, herencia materna, van diluyéndose y se convierten en obstáculos insalvables.
Rosie, tras irse de casa, da un ultimátum a su marido: o intentan una terapia de pareja para salvar su matrimonio o se acabó del todo. Empieza entonces todo un proceso por parte de ambos, muy introspectivo, pero también en conjunto que les hará poner en perspectiva todo el camino recorrido y cómo cada uno ha tenido que ver en el deterioro de su relación.
Esta parte me ha gustado mucho porque, por norma general, las relaciones se ven desde un punto de vista del inicio, sin embargo, aquí los protagonistas se conocen entre ellos a veces mejor que ellos mismos. Ambos dan cuenta de la absoluta necesidad de la comunicación en todos los niveles y el apoyo, de la pareja y amigos, para perseguir los sueños. Conocer un poco más esa relación de siempre ha sido estupendo y aunque salen un poquito Georgie y Travis, anteriores protagonistas, me ha dejado con unas ganas inmensas del siguiente, con Bethany y Wes! Un enemies to lovers explosivo. Leer a Tessa Bailey siempre te asegura unas horas de desconexión y sabes que vas a encontrar escenas con su buena dosis de picante. En este caso, parece que hay un poco más de contención... hasta que no la hay y estallan los fuegos artificiales!
Hoy, no puede ni verlo.
Es el último día de instituto. Rowan Roth y Neil McNair han sido enemigos acérrimos desde que entraron en el centro escolar. Han rivalizado en los resultados de los exámenes, en las elecciones al consejo escolar e incluso en competiciones de flexiones. Y aunque Rowan, que sueña con convertirse en escritora de novelas románticas, está ansiosa por el futuro, le encantaría vencer a su irritante némesis una última vez.
Por la noche, lo tolera.
Cuando Neil se convierte en el graduado con mejores notas del curso, a Rowan solo le queda una oportunidad para ganarlo: «Howl», una especie de gincana para los estudiantes de último curso que los lleva a recorrer Seattle; un tour de despedida por la ciudad que tanto ama. Pero al descubrir que un grupo de estudiantes se proponen derrotarlos, ella y Neil deciden, a regañadientes, unir fuerzas hasta ser los únicos dos jugadores que queden... Y luego, deberán acabar con el otro.
Cuanto más tiempo pasa con Neil, más comprende Rowan que es mucho más que el extraño ratón de biblioteca con el que ha competido durante los últimos cuatro años. Y, quizás, el chico al que asegura despreciar, en realidad podría ser el hombre de sus sueños.
Mañana… quizás ya se haya enamorado de él.
Qué personajes tan adorables. Es lo primero que tengo que decir de este libro porque de principio a fin solo quieres achucharlos. Son rivales, pero también se buscan y se respetan, hay un juego de búsqueda por la ciudad y un día en el que hablan más que los cuatro años que han pasado en el instituto y, claro, afloran muchas cositas.
El libro está enteramente narrado por Rowan en primera persona y se enfrenta a una nueva etapa, la universitaria y vivir alejada de sus queridos padres, autores e ilustradores de una exitosa serie de libros infantiles. Sus mejores amigas empezaron a salir la una con la otra hace meses y siente que todo ha ido cambiando sutilmente, aunque sin querer observarlo muy de cerca, siguiendo con una inercia que le hace continuar sin tener que enfrentar esos cambios. Lo que se mantiene igual es la rivalidad que comenzó el primer año de instituto con su archienemigo, Neil. Han sido rivales en cada examen, trabajo, presidencia o cualquier otra competición, y han ido ganando uno u otro, pero está llegando el final del instituto y también esa constante terminará.
El último día del curso será un día perfecto para Rowan, así lo quiere ella, lo pasará con sus amigas, será nombrada la alumna que dará el discurso en la graduación y competirá en el Aullido, el juego que preparan los de penúltimo año para que los de último año recorran la ciudad, despidiéndose de ella y compitan todos con todos intentando hacerse con las pistas que hay por toda la ciudad e intentando que nadie "les mate" quitándoles de la muñeca el pañuelo que se atan al inicio. Para terminar de redondear el día, la autora favorita de Rowan estará en la ciudad y podrá conocerla para corroborar así que sus aspiraciones son lícitas.
Porque el gran secreto de Rowan es que lee y escribe novelas románticas. Lo ha mantenido en secreto casi desde el principio porque sus amigas le tomaban el pelo, Neil menospreció en aquel primer concurso la redacción que había hecho sobre un libro de Nora Roberts e incluso sus padres tachan el género de "poco serio". La doble vida de Rowan le está pasando factura porque ella quiere ser escritora, pero le importa lo que su familia y amigos piensen de su hobbie y futuro trabajo. Además, encuentra la lista que hizo al inicio del instituto y se da cuenta de que nada de lo que planeó lo ha cumplido y se pregunta si los últimos cuatro años han sido una pérdida de tiempo porque no ha conseguido todo lo que se propuso.
En un giro del destino, escuchará un complot para derrotarlos a ambos, ella y Neil, y le propondrá una pequeña tregua para aliarse y ganar el juego; al menos, quedar en las primeras posiciones y cuando sea seguro, competirán, como siempre, entre ellos, por ganar el sustancioso premio. Pero esas horas que pasan juntos, hablando y conociéndose, revelan un Neil totalmente inesperado con el que tiene mucho en común y le gusta todo lo que va descubriendo. Juntos confesarán en voz alta sus miedos y sueños, hablarán de todo, del pasado, el presente y el futuro, y aunque solo tengan un verano para seguir conociéndose antes de tomar caminos separados, valoran que puede ser una buena oportunidad para descubrir algo precioso.
Como decía al comienzo: son adorables. Son jóvenes maduros, con muchas cosas claras, pero también con los miedos propios de la edad, cuando todo está por descubrir, todos son planes, pero también con vértigo de lanzarse a cumplirlos. El peso de las expectativas familiares, el listón que ellos mismos se ponen, cómo cambian sus perspectivas y cómo el primer amor hace que cambie el color de todo su mundo. Es un libro de finales, pero también de comienzos, de rivales que no saben que son amigos hasta que hablan y de unos sentimientos escondidos que surgen en el momento oportuno. Amarás a Neil y a Rowan y vivirás con emoción el gran día que viven, el comienzo de algo precioso, real y esperanzador.
Anastasia Allen está decidida a entrar en el equipo olímpico de patinaje artístico de Estados Unidos y, cuando consigue una beca para la Universidad de California, todo parece ir de acuerdo con su plan.
El objetivo de Nathan Hawkins como capitán del equipo de hockey es mantener a sus chicos sobre el hielo cueste lo que cueste, pero todo se complica cuando tienen que compartir pista con una patinadora guapísima y con muy mal genio.
La situación obliga a estos rivales a pasar tiempo juntos, pero Anastasia está tranquila. Sabe perfectamente que un jugador de hockey jamás podría distraerla, y mucho menos Nate... ¿verdad?
Este libro es una auténtica fantasía; son más de 450 páginas que lees en un suspiro porque tiene de todo: unos rivales obligados a compartir pista de hielo, deportes de invierno, relaciones de amistad complicadas, atracción difícil de ignorar y grandes personajes secundarios que tan pronto te arrancan una carcajada como te dejan con los ojos llorosos. Me ha encantado la dinámica que crean los protagonistas y cómo trata la autora la toxicidad a través de una relación de amistad no amorosa.
Anastasia ha pasado toda su vida compitiendo por parejas en el patinaje artístico. Sus padres adoptivos se han volcado en su carrera y ahora, en la universidad, tiene muy claros sus objetivos, que pasan por dar lo mejor de sí para lograr entrar en el equipo olímpico. Su agenda está pensada al milímetro y tiene programadas desde las clases hasta los entrenamientos, pasando por el tiempo que le dedica a sus relaciones sociales. Vive con su compañero de patinaje y su mejor amiga, formando los tres un núcleo sólido, o eso intenta hacerse creer a ella misma porque va a verse cómo la manipulación Aaron llega a límites insospechados.
Para Nathan es su último año de universidad antes de irse a Canadá a jugar con el equipo que le ha fichado. Como capitán del equipo de hockey, intenta ser la voz sensata del equipo y convive en una casa con sus mejores amigos y también miembros del equipo. Cuando una broma que se va de las manos echa a perder su pista de hielo, no les queda más remedio que compartir la otra disponible, donde entrenan los patinadores sobre hielo, comenzando entonces las fricciones con Anastasia, más por parte de esta y de su estricto horario, porque él siempre tiene esa réplica que quita hierro al asunto.
Lo cierto es que tanto Anastasia como Lola, su amiga, van a congeniar con el resto de los jugadores, JJ, Robbie, Henry, pero con Nathan habrá tiranteces que van a conllevar muchas chispas porque la atracción es innegable. En este desarrollo es donde Stasie va a darse cuenta de cómo son las relaciones de amistad sanas, de lo que supone preocuparte por tus amigos sin ponerte en primer lugar y todo ello le hará replantearse muchas cosas con respecto a lo que realmente quiere para su futuro.
Aaron es la piedra de toque de Anastasia y va a crear muchos conflictos con ella y entre ella y Nathan, lo que refuerza la imagen que te haces de Nathan como alguien empático, responsable y que realmente se preocupa por la salud física y mental de Anastasia. Cada diálogo está muy bien perfilado en ese sentido y, como digo, la química traspasa las páginas.
Es una novela en apariencia fresca y divertida y sí lo es, pero es mucho más. Se trata la salud mental y la terapia como una herramienta de autocuidado, habla de lo límites, de los objetivos vitales, de la presión autoimpuesta, de la familia y de la amistad, la de verdad y la camuflada de preocupación, cuando en realidad es manipulación. No te dejes engañar por los dibujitos en la cubierta, hay spicy muy bien llevado porque vaya par se van a juntar!! Ambos aprenden mucho el uno del otro, trabajan la confianza y son absolutamente adorables cuando quieren confesarse sus sentimientos. Recomendadísima!!
Jo March está muy feliz por empezar la universidad. Este año su objetivo es vivir la experiencia a tope. Para ello, tiene claro que irá a todas las fiestas, conocerá a personas interesantes y se liará con quien quiera y cuando quiera. Solo se ha autoimpuesto una norma: no va a enamorarse, de eso ya ha tenido suficiente.
Sobre el papel todo está claro, pero cuando empieza a poner en marcha el plan, sus ligues van de mal en peor. Y por si fuera poco, siempre hay un testigo misterioso: el vecino guapito del segundo B que no para de reírse de sus desgracias, pero, a la vez, es el único con quien puede compartir sus penas.
Entre ellos florecerá una amistad que se irá convirtiendo en algo mucho más interesante... y divertido. ¿Podrá Jo ser fiel a su única norma?
Una relación con derecho a roce, un edificio sin cobertura en el centro de Nueva York y un secreto que podría cambiarlo todo.
¿Y si entre la amistad y el amor solo hubiera un piso de distancia?
¡Hoy es el día! Un día de lo más especial porque Jo y Jared se incorporan a nuestras bibliotecas y porque Pat da el salto a librerías, después de cuatro novelas autopublicadas donde ya hemos podido ver las historias tan especiales que cuenta y cómo envuelve cada una de ellas en una ambientación cuidada. Aquí viajamos hasta Nueva York, hay dinamismo, hay ambiente universitario y hay escenas muy locas y muy cómicas que protagoniza Jo y con las que no puedes aguantarte las carcajadas.
Jo March (sí, como Mujercitas, verás qué guiño tan entrañable y divertido en torno a este detalle) llega a la Gran Manzana dispuesta a vivir sin complicaciones ni ataduras, después de dejar atrás una relación adolescente que no ha cumplido sus expectativas y tras recuperarse de un desengaño. Su plan para el primer año de universidad es experimentar esa libertad recién adquirida en todas sus formas, entre ellas, salir con chicos interesantes y por los que sienta atracción sin nombrar, ni por asomo, ningún tipo de sentimiento: ¡prohibido enamorarse!
Lo tiene todo planificado, ha buscado un bonito piso y está a punto de conocer a su compañera de piso Taylor y aquí es donde se llevará la primera sorpresa, de nuevo, expectativas no cumplidas, para, a continuación, tener el primer encontronazo de muchos con su guapo pero insoportable vecino y quedarse atrapados en la azotea. Comienza fuerte, ¿a que sí? Pues a partir de aquí, el día a día de Jo se va a convertir en toda una comedia de la que no sabe muy bien cómo dejar de protagonizar porque nada de lo que planeó está saliendo como debería.
Jared es el gran misterio de la novela. Es un chico que también se ha mudado a la ciudad, junto a su hermana y siempre parece que está diciendo las cosas a medias, con una sonrisa fácil y un réplica ingeniosa, tiene el don de cruzarse en el camino de Jo en los momentos más embarazosos para esta. El rato que comparten en la azotea va a marcar sus primeras semanas de relación, con intercambios verbales rápidos y divertidos hasta que le proponga a Jo pasar a un nivel que no había contemplado: sin tan mala suerte tiene con sus citas, él está al alcance de la mano y pueden pasar de la animadversión (por parte de Jo), al roce del que, seguro, ambos disfrutan.
Y hasta aquí os puedo contar del desarrollo de la historia, pero quiero seguir destacando la ambientación del libro; uno de los puntos fuertes de Patri, sin duda, es como estar paseando con ellos por las calles de los diferentes barrios, los planes, los lugares escondidos y los más turísticos... una maravilla. Es su novela con más comedia y supera con nota el reto: te ríes en alto de todo por lo que pasa la pobre Jo, te lo aseguro. No deja de lado la parte más dramática porque puedes imaginar que si Jared es tan misterioso es porque hay algo ahí mucho más profundo de lo que creías. Y, por supuesto, un misterio relacionado con el propio edificio que aporta ese toque por el que no dejas de teorizar sobre ello, además de varios secundarios muy bien perfilados de quienes querrías saber mucho más.
Si no quieres que la vuelta a la normalidad tras el verano se te haga cuesta arriba, leer Lo opuesto al amor es lo mejor que puedes hacer: comedia, enredos, malos entendidos, chico misterioso, mucha chispa entre los protagonistas, efecto 24 horas con capítulos cortos que no podrás dejar de leer y sus buenas dosis de momentos picantes. Patri, ¡¡enhorabuena y mucho éxito!!
Después de pasar cinco años en la cárcel por el trágico error que costó la vida de su gran amor Scott, Kenna Rowan regresa a casa con un único deseo: abrazar a su hija Diem, de cuatro años, que vive con los padres de Scott y a la que no ha visto desde que nació.
La única persona que no le ha cerrado la puerta por completo es Ledger Ward,
dueño del bar local y uno de los pocos vínculos que le quedan con Diem.
Pero ella sabe que si alguien descubre que Ledger se está convirtiendo
lentamente en una parte importante de su vida, crece el riesgo de no
recuperar a su hija. Kenna deberá encontrar una manera de reparar los
errores de su pasado si quiere construir un nuevo futuro con Ledger.
Colleen Hoover ya casi no necesita presentación porque se ha situado, por méritos propios, en el podio de las reinas del drama, pero un drama muy real, no excesivo, protagonizado por personajes tan de verdad, tan grises (entiéndase como personas normales con sus virtudes, sus puntos fuertes, sus errores y sus aciertos) que solo puedes empatizar con todos y cada uno de ellos. Esta historia te encoge el corazón y demuestra la voluntad de una madre por la felicidad de quien más ama, aunque eso le pueda costar la suya propia.
De nuevo, la narración desde los dos puntos de vista, del de Keena y Ledger, te permite adentrarte en su versión de la historia, en sus propios anhelos y dolor y ves cómo, sobre todo Ledger, va cambiando la idea que tiene en un primer momento de Keena. Sobre ella verás ese profundo dolor, pena y culpa, pero también una voluntad férrea por salir adelante por ella y por su hija.
La situación de partida es muy fuerte: después de cinco años en la cárcel por un trágico accidente y un cúmulo de circunstancias, Kenna regresa a la que fue la ciudad de Scott. La familia de este, sus amigos, aún sienten su pérdida, pero hay un rayo de esperanza que le ayuda a seguir adelante, su pequeña hija, Diem. Keena decidió que fueran los padres de Scott quienes criaran a la niña, puesto que es su nieta, y por una serie de decisiones, ahora no tiene ningún derecho sobre ella. Se siente más sola que nunca porque su propia madre no la cuidó como debería y creyó haber encontrado en Scott a alguien con quien comenzar su propia familia, pero todo se desvaneció en un parpadeo.
Keena es una mujer que está asolada por el sentimiento de culpa, pero que a la vez desea que los padres de Scott le permitan tener algún contacto con su hija. Cuando conoce a Ledger, el camarero del bar al que entra la primera noche en la ciudad, no se imaginó lo cercano que resultaría estar a su hija. Sintiendo una fuerte atracción, no se permite dar ni un paso en falso que pueda poner en peligro su mayor deseo, aunque también es cierto que justo él, que apenas la conoce, puede ver sus verdaderas y nada mezquinas intenciones.
Ledger es un hombre decente y bueno que ayuda a quien lo necesita, pero aquí se va a encontrar ante un dilema: alimentar la atracción que siente por Keena, o mantenerla en ese papel culpable sobre lo que hizo en el pasado. Lo que sí tiene claro es que Diem estará por encima de todo y que su estabilidad y felicidad serán lo más importante. Los padres de Scott son también como unos padres para él, por lo que tampoco quiere que sufran ni revivan la pérdida de su hijo; sin embargo, quizá su postura sea lo que más daño les haga a largo plazo porque les impide avanzar.
Es una novela, como no podía ser de otra forma, con una gran carga emocional, que pone a los personajes contra las cuerdas, que muestra las consecuencias de sus decisiones en ellos mismos y en los demás y cómo un error puede cambiarlo todo. Como decía al principio, puedes empatizar con todos ellos, entender sus posturas y entender lo complicado que les puede resultar la situación en la que se encuentran, la necesidad de Keena de estar presente en la vida de su hija, la reticencia de los abuelos en dejar entrar en sus vidas a la persona que culpan de su dolor, los sentimientos de Ledger y cómo quiere hacer lo mejor para todos... Cada libro de esta autora te destroza y recompone el corazón. Una maravilla leerla.
Otros libros de la autora:
La familia de Georgette Castle regenta la mejor empresa de reformas de la ciudad, pero ella prefiere ganarse la vida como animadora de fiestas infantiles. Es la pequeña de la familia y quizás por eso nadie la toma en serio, pero está decidida a que eso cambie: quiere impulsar su negocio, renovar a fondo su armario, salir más… y dejar de suspirar por Travis Ford.
Travis Ford era el jugador de béisbol profesional más atractivo de la liga hasta que una lesión acabó con su carrera. Ahora intenta olvidar sus días de gloria, pero ni siquiera puede cruzar la calle sin que alguien le recuerde sus mejores momentos o haga alguna broma al respecto… Y luego está Georgie, la hermana de su mejor amigo, que ya no es ninguna niña. Cuando ella le propone un plan disparatado –que finjan salir juntos para impresionar a su familia y ayudarlo a él a encontrar un nuevo trabajo–, Travis acepta. ¿Qué daño podría hacer? Ni que fuera algo real. Pero la chica a quien Travis solía fastidiar de pequeña es ahora una mujer divertida y vital… y no hay nada de falso en lo mucho que le gusta.
Poppy y Alex. Alex y Poppy. No tienen nada en común: Ella lleva vestidos estampados; él, pantalones de pinza. Ella es un espíritu aventurero; él prefiere quedarse en casa leyendo. Y, a pesar de todo, son mejores amigos. Durante la mayor parte del año viven separados —ella en Nueva York, él en su pequeño pueblo—, pero cada verano, desde hace ya una década, se toman una semana de vacaciones juntos. Hasta hace dos años, cuando todo cambió.
Ahora Poppy tiene todo lo que siempre había soñado, pero está atrapada en la rutina. Cuando alguien le pregunta cuándo fue feliz por última vez, sabe, sin ninguna duda, que fue en ese último y fatídico viaje con Alex. Por eso decide convencer a su mejor amigo para viajar juntos una vez más. Tienen una semana para arreglarlo todo, ¿qué puede salir mal?
Emily Henry lo vuelve a hacer, hace reír y emociona a partes iguales y con esta fabulosa historia de amigos por puro azar que van consolidando su amistad a lo largo de los años hasta que explota entre ellos un secreto a voces, hace que se convierta en una autora imprescindible. Después de leer hace justo un año La novela del verano, veía venir el drama después de la carcajada, si bien ha sido un poquito más suave, sigues perfectamente todos los altibajos de Poppy y Alex a través de los años hasta llegar al presente y averiguar, por fin, si puede arreglar lo que rompieron hace dos años en Croacia.
Poppy y Alex se conocen en la universidad, en la semana de orientación, pero hablan brevemente unos minutos y no es hasta el final del primer año, cuando comparten un viaje en coche de vuelta a casa, y empiezan a hablar de todo y de nada para llenar los vacíos. Más bien es Poppy quien se lanza y su discurso es tan aleatorio que no puede ser más diferente al serio Alex. Ella salió de su pueblo para estudiar en la universidad, pero sin tener muy claro su camino más allá de ver lugares y conocer personas; él, de carácter mucho más tranquilo, la lectura y la enseñanza parecen ser sus grandes metas. La amistad que forjan les sorprende hasta a ellos, pero lo bien que se sienten el uno con el otro acalla toda la incredulidad que pueda surgir en torno a su relación.
Como sus vidas, tanto en la universidad, como más tarde, siguen caminos muy diferentes, las vacaciones, más concretamente, una semana al año, se convierte en un oasis para ellos. Reservan esos días para descubrir lugares nuevos, primero dentro del país, con un presupuesto realmente bajo y, después, en el extranjero gracias a la revista para la que trabaja Poppy. Su vida también continúa, tienen otros amigos y relaciones, pero continúan manteniendo siempre el contacto durante diez años.
Es Poppy, en primera persona, quien narra toda la novela y vas atisbando que sus sentimientos sufren una ligera evolución con el tiempo; de Alex no tienes confirmación y no sabes qué pasó hace dos años para que dejaran de hablarse, pero la boda del hermano de Alex es la ocasión perfecta para que Poppy retome el contacto y vuelvan a tener unos días para ellos solos. Vuelve a lanzarse y es sorprendentemente fácil cómo vuelven a hablar como si nada, aunque eludiendo el gran tema que desató el caos. Pero dar el paso puede suponer o bien aclarar lo que pasó y alcanzar una nueva fase en su relación, o bien perderlo para siempre.
Poppy y Alex son polos opuesto y amigos, pero, ¿pueden ser algo más? Me ha encantado ir conociendo cómo avanza su vida a través de esas vacaciones, esos saltos en el tiempo del presente a esas vacaciones llenas de experiencias, pero sabiendo que esa burbuja no puede ir más allá porque, realmente, ambos necesitan conocer al otro mucho más. Se plantea también esa infelicidad cuando has alcanzado todo lo que ansiabas en la vida. Poppy se obliga, de alguna manera, a no pensar en ese vacío que siente cuando tiene todo aquello que soñó, solo que no le está reportando la satisfacción que suponía: ¿tiene que ver con ella?, ¿con sus objetivos vitales?, ¿con su modo de vida?, ¿con no reconocer sus verdaderos sentimientos?
Las vacaciones actuales en Palm Spring tienen mucho de desastre, a los pobres les pasa de todo, y donde antes veían risas, anécdotas y oportunidades, ahora puede que vean solo una catástrofe inminente. Sin ninguna duda, te recomiendo 100% esta autora y este auténtico viaje de autodescubrimiento y del desarrollo de una bonita relación de amistad y complicidad que solo quieres que pase de fase porque Poppy y Alex son amor.
Persephone Fraser (Percy para los amigos) pasa los veranos en su moderno piso de Toronto, muy lejos del recuerdo de la resplandeciente orilla del lago de su adolescencia.
Sin embargo, una noche recibe una llamada que la lleva de vuelta a Barry's Bay y a Sam Florek. Durante seis veranos de tardes largas en el bosque y noches cálidas en el restaurante de su familia, Sam y Percy fueron inseparables. Y poco a poco, su amistad se fue convirtiendo en algo más profundo antes de desmoronarse por completo.
Cuando Percy regresa al bosque más de una década después, descubre que la química entre ellos sigue intacta. Pero hasta que no se enfrente a las decisiones que tomó, no podrán descubrir si el amor que sienten es mayor que los errores que han cometido.
Gwyn Jones está más que satisfecha con su vida en Graves Glen. Ella, junto a su madre y su prima, ha formado un nuevo y poderoso aquelarre, regenta una exitosa tienda de artículos de brujería y ha empezado a entrenar a algunas brujas jóvenes de la ciudad. A medida que Halloween se aproxima, solo hay un problema, y tiene nombre y apellidos: Llewellyn “Wells” Penhallow.
Wells ha regresado a
Graves Glen para restablecer la conexión de su familia con la ciudad que
fundaron, y también para empezar una nueva vida tras años de ser un
hijo obediente en Gales. Cuando abre su propia tienda justo enfrente de
la de Gwyn, pronto descubre que puede conseguir más de lo que imaginaba
siendo su competencia.
Cuando la pugna profesional da paso al terreno personal y desemboca en un apasionado beso, ambos deciden mantenerse alejados el uno del otro, convencidos de que ha sido solo una coincidencia fruto de la magia. Pero cuando un misterioso aquelarre de brujas llega a la ciudad y los poderes de Gwyn empiezan a disiparse, ella y Wells deberán trabajar juntos para descubrir qué quieren esas brujas y cómo pueden restaurar la magia de Gwyn antes de que sea demasiado tarde.
Estos libros son una delicia: pueblecito pequeño lleno de magia, protas con chispa, un hechizo-maldición que puede acabar con su el equilibrio que han alcanzado... lo tiene todo para sumergirte en una sencilla historia con magia, romance y un toque de picante. Vuelvo a Graves Glen, tras Mi ex y otras maldiciones, y aunque lo haya leído en verano y no en época de Halloween, lo he disfrutado muchísimo.
Gwyn, la prima Jones más lanzada y desinhibida, es la protagonista de esta segunda entrega de la serie. El libro arranca con un desafortunado hechizo durante una de las clases en la universidad en el que tuvo intervenir cierto galés taciturno, a pesar de que ella estaba a punto de controlarlo todo y desde entonces, es una espinita que ha tenido clavada. Pero la vida ha pasado, su prima está felizmente casada con Rhys y están a punto de irse, por fin, de luna de miel. Con su madre también fuera, será la bruja encargada de mantener todo en orden desde que recuperaron el poder que les fue arrebatado.
Su vida no es muy trepidante, pero está feliz. Además, casi le caen del cielo unos pupilos, que quieren practicar su magia bajo supervisión y Sam, Parker y Cait se convierten en unos adorables secundarios que ayudan a Gwyn en la tienda y cuando la trama se complica hasta límites insospechados.
Wells es el hermano mayor de Rhys, siempre leal y obediente a su padre y a la herencia familiar, pasó una breve estancia en la universidad que fundó su familia, pero tuvo que regresar a Gales para hacerse cargo de pub fundado sobre una fuente de poder. Sin embargo, durante la última década solo ha podido seguir alimentando ese poder a base de hechizos, porque la afluencia de gente al pub ha sido casi inexistente. Cuando sugiere que podría ir a Graves Glen a vigilar a cierto aquelarre, a su padre le parece una magnífica idea, por lo que emprende un negocio que puede levantar ciertas suspicacias.
Comienza así una etapa entre Gwyn y Wells muy de rivales porque este abre un negocio de artefactos mágicos, cristales y grimorios... vamos, pura competencia a Algo de magia, el negocio de Gwyn y que se encuentra justo enfrente. Esta parte es muy divertida y llena de tensión porque si algo les une, además de la animadversión, son las chispas que saltan cuando están juntos. Con Vivi y Rhys fuera del pueblo, solo pueden rezar para que no líen algo irreversible, pero algo comenzará a pasar con la magia de Gwyn que puede poder en peligro incluso su vida. Esta parte ha sido muy interesante, descubriendo pistas e investigando hechos y casas espeluznantes a la vez que iba desarrollándose su relación; aunque es verdad que la resolución final es muy rápida y quizá le hubiera faltado algo más de tensión, sí hay momentos para el gran gesto romántico que te deja con una sonrisita.
En plena temporada alta de turistas, Gwyn y Wells tendrán que enfrentar su propia atracción, la rivalidad laboral y el equilibrio mágico que mantiene todo en su lugar. Como ves, todos los ingredientes para pasar un rato divertido y mágico.
Zahra es una veinteañera con mucha personalidad y carácter, que nunca pierde la sonrisa y con el gran sueño de diseñar montañas rusas.
Rowan, un niño rico sobre el que recae una condición para heredar su parte del imperio de su abuelo: gestionar el parque de atracciones.
Aunque a él le saque de quicio el carácter optimista y despreocupado de Zahra, no podrá evitar sentir una atracción irresistible. A pesar de que ella deteste a su jefe por su fría mentalidad de negocios, poco a poco irá enamorándose de la persona que hay tras la fachada. Porque, aunque se odien, ambos comparten el amor de su abuelo por el parque de atracciones en el que trabajan. Pero quizá eso no será suficiente.
Los Hematoi nacen de la unión entre mortales y dioses.
Los puros, hijos de dos Hematoi, poseen poderes divinos.
Pero los mestizos, fruto de la unión entre Hematoi y humanos, no corren la misma suerte.
Solo tienen dos opciones: ser entrenados como Centinelas para cazar y matar daimons o convertirse en criados al servicio de los puros.
Alexandria es mestiza y preferiría arriesgar su vida luchando que desperdiciarla limpiando inodoros, aunque, de todos modos, puede terminar viviendo como los pobres. Hay varias reglas que los estudiantes del Covenant, la academia donde se entrena a los Centinelas, deben seguir. Alex tiene serios problemas con todas ellas, especialmente con la más importante: las relaciones entre puros y mestizos están prohibidas.
Desafortunadamente, ella está enamorada de Aiden, un apuesto sangre pura. Pero ese no es su mayor problema: mantenerse convida el tiempo suficiente para graduarse en el Covenant y convertirse en Centinela sí lo es. Si no cumple con su deber, se enfrenta a un futuro peor que la muerte o la esclavitud: convertirse en un daimon y ser perseguida por Aiden. Y eso sería horrible.
Exhausta y rozando la fecha límite para entregar un artículo que podría encumbrarla o destruir su carrera, la periodista de investigación Georgia Ross está al borde de un colapso. La cancelación de su vuelo la ha dejado atrapada de madrugada en una ciudad sin alojamiento disponible, así que, cuando una cara familiar le ofrece ayuda, parece que la vida por fin le da un respiro.
Alec Kim, el hermano mayor de una amiga de la infancia, es guapo, humilde y amable; el tipo de hombre que Gigi había olvidado que existía tras un desengaño amoroso. Una tarde de reconexión seguida de una noche apasionada parece un regalo caído del cielo… Hasta que Gigi se da cuenta de que su infancia no es la única razón por la que Alec le resulta tan familiar…