Semana del Libro con Laura Maqueda

martes, 21 de abril de 2020

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Hola! ¿Cómo estáis llevando el inicio de semana? Las redes están plagadas de recomendaciones así que tened a mano vuestras listas de deseos porque estoy segura de que alguna os llamará la atención.

Espero que estéis disfrutando de todas las iniciativas que se han puesto en marcha con motivo del día del libro, incluidas las mías. En Instagram podéis publicar cómo una foto o stories de vuestra biblioteca, que yo compartiré y dejaré fijadas en las stories destacadas.

Hoy es Laura quien ha querido pasarse por aquí para regalarnos un vistazo a la vida de Héctor y Mia, protagonistas de En camas separadas y conocer lo especial que es el 23 de abril para ellos, ¿les acompañas?



«UN AMOR ENTRE LIBROS
Madrid, librería La Central de Callao.

23 de abril, Día del Libro.

Mia estaba enfadada. ¿Cómo no iba a estarlo? Se suponía que aquel iba a ser su día especial junto a Héctor y, sin embargo, iba a celebrarlo sola. ¿En qué demonios estaría pensando ese cabeza de chorlito? Sus labios se fruncieron hasta formar un puchero pero consiguió contener las lágrimas mientras abrazaba contra el pecho el libro que llevaba consigo. Se prometió que no lloraría y se dijo a sí misma que en realidad era una tontería, que no tenía motivos para tomárselo así pero… ¡Le faltaba Héctor! ¿Cómo no iba a ponerse sentimental? Al echar un vistazo a la novela que sujetaba entre las manos, sintió que esta y su historia se reían de ella, por lo que optó por meterla dentro de su enorme bolso. Odiaba el tiempo que ella y Héctor pasaban separados aunque sabía que esta vez era por una buena razón.

A pesar de que habían viajado juntos a Londres para la Feria del Libro apenas un mes atrás, Héctor se vio obligado a desplazarse a la capital británica para negociar los últimos flecos del contrato de un prestigioso ilustrador, una especie de Benjamin Lacombe pero al estilo british. Tanto ellos como Tony llevaban meses tratando de convencer al dibujante para que colaborara con ellos en la editorial de álbumes ilustrados que juntos habían fundado y el muy… artista no había tenido otro día para concertar una cita con ellos. ¡Tenía que ser justo el Día del Libro! ¡Sería cabrito! Cada vez que Mia pensaba en ello sentía que la furia bullía en su interior. Intentaron por todos los medios aplazar la reunión pero al parecer la agenda del autor era muy apretaba y se negaba a cambiar el encuentro. ¡Maldito fueran él y sus dibujos!

Disgustada, Mia resopló y varios mechones de su cabello rojizo revolotearon sobre sus ojos. Mientras caminaba por la Gran Vía, decidió recogerse el pelo en un improvisado moño alto dado que el sol brillaba con fuerza en Madrid. Hacía un tiempo precioso y la gente llenaba las calles y acudía a las librerías para hacer homenaje a una jornada tan especial como aquella.

Dado que no solían celebrar San Valentín, Héctor y ella habían planeado conmemorar ese día como el día del amor, el que se profesaban el uno al otro desde que eran unos niños y el que le tenían a los libros. Iban a hacer un tour por diversas librerías para después caminar cogidos de la mano hasta el Mercado de San Miguel y tomar algo antes de volver a casa, preparar unas palomitas en el microondas y brindar por su historia mientras veían un maratón de películas ochenteras. Según su amiga Sara, un plan tan friki cuqui solo podía habérseles ocurrido a ellos. Ahora, con Héctor en Inglaterra, sería imposible llevarlo a cabo.

Para sobrellevar mejor su creciente mal humor, Mia se encaminó hacia la librería La Central, la que está junto a Callao. No tendría a Héctor pero al menos estaría rodeada de libros. Se suponía que el día iba de eso, ¿no? Tuvo suerte porque, a pesar de que el local estaba repleto de gente, pudo encontrar una mesa libre junto al pasillo. Mientras esperaba a que la camarera le sirviera la porción de tarta red velvet  que había pedido, Mia sacó su novela y la dejó sobre la mesa para consultar el mensaje que acababa de recibir en su móvil. Era de Rose, su amiga inglesa, que le decía que tanto ella como su chico, Jack, estaban encantados de acoger a Héctor en su casa y que Miriam, la madre de ella, pensaba prepararle su famosa tortilla de patatas. Mia sonrió al imaginarse la escena. Los miembros de la familia Cole-Blasco-Mason se habían colado en su corazón desde que se conocieron y Mia no veía la hora de volver a reunirse con ellos.

Tras devolver el teléfono al interior de su bolso, Mia abrió el libro y sonrió. La historia de Alex y Rosie, los protagonistas de “Donde termina el arcoíris”, era una de sus preferidas. Tal vez por las semejanzas que tenían con ella y con Héctor, porque ellos también se enamoraron siendo unos críos. No podía haber elegido otro libro que no fuera aquel. De alguna manera era como si Héctor estuviera a su lado.

—Disculpe, señorita —la interrumpió la voz de la camarera—. Aquí tiene su pastel y también esto. ¡Que le aproveche!

Aturdida por el ímpetu con que la chica había dejado su pedido sobre la mesa, Mia no tuvo tiempo de preguntarle a qué se refería hasta que vio un trozo de papel situado justo al lado de la tarta.

Intrigada, lo abrió para ver de qué se trataba. Era una nota que decía:

«Por suerte, a nosotros no nos llevó tanto tiempo como a ellos reconocer lo que sentíamos. Feliz Día del Libro, Mia. Te quiero. Date la vuelta. H».

Sintiendo que el pulso se le aceleraba, Mia se giró en su asiento y se encontró con los brillantes azules ojos de Héctor mirándola con una sonrisa pintada en los labios. El corazón se saltó un latido en el interior del pecho. Ahí estaba Héctor, su Héctor. Despeinado como de costumbre, vistiendo una de sus camisas de cuadros, remangada en los antebrazos y… ¿Llevaba una flor en la mano? Estuvo a punto de lanzarse sobre él pero se contuvo y esperó a que Héctor se acercara.

—Hola —murmuró cuando llegó a su lado, acariciándole la nariz con los pétalos de la rosa.

—¿No deberías estar en Londres? —consiguió preguntar Mia, conteniendo la emoción.

—Conseguí cambiar la cita con ese esnob. No podía perderme vivir este día contigo. Y, mira, tenemos un libro y una rosa. ¿Qué más podemos pedir?

Emocionada, Mia rodeó el cuello de Héctor con los brazos.

—Se supone que yo debo regalarte el libro y no al revés.

—¿Para qué están las normas sino para romperlas? —le sonrió—. Este día es especial para nosotros. ¿En serio pensabas que me lo perdería?

Ella negó con la cabeza y sus rebeldes mechones de color rojo se balancearon sobre sus mejillas.

—Haremos que el Día del Libro sea siempre especial, ¿verdad?

—Siempre, camarada. —convino él.

Cuando Héctor la besó, Mia comprendió que lo importante no era la manera de celebrar el Día del Libro, sino hacerlo junto a la persona que quieres

¿A que os apetece visitar una librería especial? ¿Degustar un trocito de tarta mientras lees un fragmento de tu libro favorito? A mí sí, pero todo llegará.

Muchas gracias, Laura Maqueda ;)

En camas separadas, Laura Maqueda

martes, 30 de enero de 2018

camas-separadas-laura-maquedaTítulo: En camas separadas
Autora: Laura Maqueda
Género: romántica contemporánea
Editorial: Phoebe
Sinopsis:
Primera regla de la amistad: no enamorarte jamás de tu mejor amigo.
Héctor y Mia han sido amigos desde mucho antes de lo que les alcanza la memoria. Acostumbrados a pasar juntos todo su tiempo libre, han compartido bromas, primeras veces, desengaños… Y han sido precisamente sus rarezas las que los han mantenido como un frente unido.
Sin embargo, la vida los obliga a tomar caminos separados, y ahora Mia, en Madrid, y Héctor, en Japón, deberán aprender a vivir el uno sin el otro sabiendo que es probable que no vuelvan a verse.
Pasan los años y Mia, con la sensación de que le falta la mitad de sí misma, se centra en su trabajo mientras fantasea con su guapísimo jefe, convencida de que ella podría ser la mujer de su vida. Pero lo último que Mia se imagina que ocurra es que su mejor amigo regrese.
A su vuelta del extranjero, Héctor hará que su mejor amiga se plantee qué es lo que realmente espera de la vida. Además pondrá su rutina patas arriba al irse a convivir con Mia al pequeño apartamento de esta, lo que no será cosa fácil, porque… los amigos duermen en camas separadas…, ¿verdad?

Qué alegría tener ya lo nuevo de esta autora que nos ha dado no sólo a Julian en Érase una vez en Londres, si no también a Jack en Érase otra vez en Londres! Ahora viene con un par de amigos que viven en la frontera que les separa de una relación, pero claro, si todo fuera fácil no habría historia y vaya si la hay! Además, si te perdiste la presentación que hizo la autora sobre este libro pincha por aquí y lee un trocito de vida de esta pareja: Laura Maqueda presenta

Para empezar he de decir que la forma de presentar a Héctor y a Mia es muy tierna. Les vas a conocer en distintos momentos de su niñez, adolescencia y juventud y vas a poder entrever que no son solo amigos, si no los mejores amigos del mundo, están ahí para el otro, tienen los mismos gustos frikis y en definitiva, ninguno concibe el mundo sin el otro.

"- A mí no me da miedo el cambio. He aprendido que a veces tan solo hay que ser paciente y esperar el momento adecuado para dar el paso"

Los guiños, la complicidad a lo largo de los años creo que les convierte en una pareja única. Forman un mundo completo ellos dos juntos y nunca sintieron la necesidad de compartirlo con nadie más. Por una parte, Mia vive con su padre, pues su madre se marchó fuera del país y a Héctor le ha criado su abuela, así que sin duda, los vínculos más fuertes y duraderos los establecieron entre ellos.

Pero llega un punto en que Héctor siente la necesidad de buscarse un futuro mejor de lo suyo, dibujante, y hace las maletas para irse a la otra punta del mundo, a Japón. Todo esto pasa en las primeras páginas del libro y te quedas con la sensación de que con el reencuentro se declararán el uno al otro y a vivir felices, pero como ya te he dicho, no todo es tan sencillo.

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Mia tiene que caminar sola; estudia para editoria y consigue trabajo como asistente de una un poco bruja que al tiempo se va y aparecerá Sergio. En ese momento toda la imaginación de Mia se pone a trabajar y crea un futuro juntos que para nada tiene que ver con la realidad, porque ya verás cuando le conozcas, menudo personaje tan odioso.

El compañero de Mia, Tony, hace las veces de mejor amigo en la ausencia de Héctor y se convierte en una persona clave pues él desde fuera ve todo lo que está pasando de forma mucho más clara, sólo tiene que conseguir que Mia deje a un lado sus miedos y se lance.

Un día, sin avisar, Mia se encuentra a Héctor en la puerta de su casa! Así, después de cinco años donde su relación de amistad no es ni mucho menos tan sólida como cuando se separaron, tan solo unos minutos hablando son necesarios para que parezca como si se hubieran visto el día anterior. Vuelve a regañarle cada vez que dice palabrotas, recuperan la complicidad pero hay un punto que parece tambalearse y es que esa amistad y nada más que tenían hace años porque parece ser que ahora Héctor ha regresado a por todas.

"- Tú y yo hemos cambiado- susurró, con la frente pegada a la de ella-. Y te prometo, aquí y ahora, que no te he besado por compasión.
A Mia le costaba respirar.
- Entonces, ¿por qué?
Los labios de Héctor se curvaron hacia arriba y su sonrisa iluminó aún más sus ojos.
- Porque llevo esperando besarte toda mi vida."

A partir de aquí, lo que podría ser la primera parte de la novela, hay un tira y afloja constante lleno de dobles sentidos por parte de Héctor y de cuestionamientos personales y miedos por parte de Mia al sopesar si merece la pena cruzar la línea. Este punto es la clave a lo largo de todo el libro, pues debido a sus circunstancias y su trayectoria Mia siente que si da el paso perderá a su mejor amigo y ese miedo que siente la tiene paralizada. También hay celos por parte de ambos y aquí no me pongo de parte de ninguno porque además de no ser pareja, han estado separados tanto tiempo que ninguno tiene el derecho a opinar sobre el tema. Pero como parece que el destino quiere que la crucen se verán "obligados" a compartir piso y ya se sabe lo que hace el roce ;) 

En la segunda mitad del libro todo se precipita y no te voy a decir mucho más pero sí te puedo asegurar que no puedes dejar la historia hasta terminarla y que hay sorpresa final incluida...

Desde luego Héctor y Mia son especiales. Como te decía su mundo es increíble, lo frikis que son ambos y cómo se divierten juntos, la obsesión, compartida por muchas, que tiene Mia con Jamie, jeje, son dulzura pero también pasión y en definitiva, ese superar los propios miedos esperando que valga la pena. Lánzate a conocer a la pareja más #frikicuqui del panorama literario!

Laura Maqueda presenta... En camas separadas

martes, 23 de enero de 2018

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Quiero comenzar dando las gracias a Laura por la gran disposición que tiene siempre y por regalarnos este trocito de Mia y Héctor, los protagonistas de su novela, En camas separadas (Phoebe) que saldrá a la venta el 29 de enero.

Esta historia que trata de la amistad, del amor y de si cruzar la línea merece o no la pena. Con una estructura que a mí me encanta, pues vamos a ir viéndoles desde que era pequeños, pasando por esa separación y cómo es el reencuentro.
Además, hay un guiño muy especial para mí que me emocionó muchísimo! Gracias!!
Y sin más vamos a dejar que Mia nos cuente un poco más, ¿no?...


¡Hola a tod@s! Me llamo Mia y estoy entusiasmada con la idea de que conozcáis mi historia. En realidad me da un poco de vergüenza, pero también espero que paséis un buen rato con lo que Héctor y yo tenemos que contaros. 

Veréis, conozco a Héctor desde… ¿Siempre? Jajaja. No tengo ni un solo recuerdo en el que él no esté presente. Siempre ha sido un chico divertido, atento, tímido y sensible, pero también valiente y atrevido cuando me defendía del resto de compañeros de clase. Y, ¡qué narices! Últimamente es el tío más guapo y atractivo que he visto. El chico perfecto, ¿eh? Sin duda lo es, pero también es mi mejor amigo. Y los amigos no se enamoran, ¿verdad? Ni tampoco sueñan con acostarse el uno con el otro, ¿a qué no? ¡Madre mía! ¡Tengo la cabeza hecha un lío! Y el hecho de que Héctor vaya a vivir una temporada conmigo no me pone las cosas muy fáciles… ¿Qué haríais en mi lugar? Tengo un jefe que está como un queso y con el que espero llegar a tener algo algún día, pero luego llego a casa y tengo a Héctor metido en mi cama… ¡Por Dios y Franklin Delano Roosvelt! ¡Estoy metida en un lío!




Un paseo por El Retiro
—Recuérdame otra vez por qué me has sacado de mi cómodo sofá un sábado por la mañana.
Mia bostezó por tercera vez en menos de dos minutos tras formular su pregunta. Estaba empezando a convertirse en una quejica, pero poco le importaba. Había planeado pasar un fin de semana tranquilo en compañía de su mejor amigo con el que acababa de reencontrarse, pedir una pizza y permanecer despiertos hasta la madrugada mientras se ponían al día de lo que había acontecido durante los cinco años que estuvieron separados.
Sin embargo, Héctor prácticamente la había obligado a vestirse para salir de casa. Después de haber vivido en Japón tanto tiempo necesitaba volver a perderse por su ciudad en compañía de la chica de su vida. Porque sí, Mia era su mejor amiga, pero Héctor también sabía que nunca existiría para él otra mujer como ella.
Le pareció que el parque de El Retiro sería un buen lugar por el que caminar junto a ella, observando a todas esas familias que aprovechaban los fines de semana para salir a jugar con sus hijos y a aquellos que disfrutaban haciendo un poco de ejercicio.
Rodeándole los hombros con un brazo, Héctor acercó a Mia a su costado y contestó:
—¿De verdad quieres saberlo?
Ella lo miró con una de sus bonitas cejas arqueadas. Un mechón de pelo rojo había caído sobre sus ojos y Héctor no pudo resistir el impulso de apartarlo con los dedos, acariciándole la mejilla a su paso.
—Porque estaba considerando hacerme el harakiri si permanecía un segundo más contemplando cómo el escocés de la falda se paseaba delante de mis narices.
—No puedes decirlo en serio.
—Si le veo el culo una vez más empezaré a replantearme mi sexualidad.
Mia soltó una carcajada al escucharlo. Héctor se refería a Jamie Fraser, el protagonista masculino de la serie Outlander por el que Mia estaba absolutamente colada. Prácticamente habían terminado con la primera temporada; Mia se había dejado llevar por el entusiasmo y no podía esperar a que Héctor conociera el desenlace de la primera tanda de la serie. Aunque al parecer, su amigo había tenido más que suficiente del atractivo pelirrojo.
—¡Serás idiota! —lo acusó ella entre risas—. ¿Cómo se te ocurre decir eso de mi Jamie?
Esta vez fue Héctor quien levantó una de sus cejas.
—¿Tu Jamie?
Mia chascó la lengua. Puede que Héctor tuviera razón y ella debiera enamorarse de un hombre de carne y hueso en lugar de hacerlo de un personaje de novela.
—¿Te haría sentir mejor si te digo que tú tampoco estás tan mal?
Él sonrió; sin embargo, Mia observó cómo eludía mirarla directamente y que sus ojos azules se escondían de ella concentrándose en sus pasos. Ahí estaba otra vez su tímido Héctor, se dijo. Decidió provocarlo un poco más, solo porque le encantaba lo guapo que estaba cuando sentía cierta vergüenza.
—La verdad es que estás bastante bueno —comentó, mordiéndose el labio inferior—. Dime, ¿qué te daban de comer en Japón? No te recordaba tan…
—¿Tan qué? —se atrevió a preguntar él.
Mia se agarró de su cintura mientras caminaban, atreviéndose a acariciarlo bajo la camiseta. Cuando sus dedos rozaron la piel del abdomen de Héctor, Mia sintió una descarga recorriéndole el cuerpo y dejó de tocarlo de inmediato.
—Tan… ¿sexy?
Él soltó una carcajada al tiempo que se apartaba unos pasos de ella, como si su contacto lo hubiera quemado.
—Deja de tomarme el pelo. Sé que nunca seré como el tío de la tele pero, ¿qué puedo decir? También tengo mi encanto.
Los dos rompieron a reír, recuperando la camaradería inicial.
Mia estaba a punto de decirle que tampoco era necesario que se le subieran los humos, pero la voz de una chica al otro lazo del Palacio de Cristal la interrumpió.
—¡Cleo! ¿Dónde te has metido?
A medida que se acercaban, vieron que una mujer joven de pelo corto y vestido de flores buscaba a su alrededor.
—¿Crees que se habrá perdido su hija? —preguntó Mia, preocupada.
Antes de que Héctor pudiera decir nada, una perrita de color marrón pasó corriendo entre ellos hasta saltar sobre el regazo de su dueña.
—¡Aquí estás! –exclamó la chica—. ¿Dónde te habías metido?
Al ver cómo la perrita jugueteaba con su dueña, los labios de Mia se curvaron en una sonrisa.
—Bueno, ya sabemos quién era Cleo.
Héctor sonrió y juntos reemprendieron su camino. Transcurrieron unos minutos en completo silencio hasta que Mia decidió subirse a horcajadas sobre la espalda de Héctor, una costumbre que llevaba arrastrando desde que los dos eran unos adolescentes.
—¿Sabes en qué estoy pensando?
Héctor aseguró el peso de ella sujetándole las piernas con las manos.
—Me da miedo preguntarlo. ¡Ay! —se quejó cuando Mia le mordió la oreja—. ¡Joder, Mia! ¿Por qué has hecho eso?
—No te metas conmigo.
Héctor resopló.
—Está bien. ¿En qué estabas pensando?
Ella sonrió, encantada.
—Creo que a lo mejor deberíamos tener un perro. ¿Qué te parece, Héctor? ¿A que sería genial?
Sabiendo que ella no podía verlo, Héctor puso los ojos en blanco. ¡Un perro! Teniendo en cuenta las ridículas dimensiones del apartamento de Mia, probablemente aquella fuera la peor idea del mundo. Sin embargo, mientras Mia parloteaba sobre las ventajas de tener una mascota, Héctor pensó que al menos así dejaría de hablar del tío del kilt.

En menos de una semana Héctor y Mia ya estarán por aquí, ¿quién tiene muchas ganas de conocerlos?